El
pobre rectorcito con nadita en que andar,
sólo
una camioneta del tamaño de una nave espacial.
Pobre
rectorcito sin nadita en que dormir,
sólo un mueblecito con el que podrían comprar pupitres para mil
Pobre
hombrecillo desprovisto de humildad,
que
por falta de amigos tiene el desprecio de 40 mil.
Pobrecito
este viejito condenado al miseria,
no
le queda más que adueñarse de la plata
que
sale de nuestras carteras…
Es indignante la situación por la que atraviesa la Universidad
Nacional, no solo en términos de infraestructura, en términos de democracia, de
autonomía, de calidad académica, etc. En síntesis la universidad atraviesa por
una crisis en su esencia.
El día de ayer estudiantes de diferentes expresiones
clandestinas se tomaron el área de registro y convocaron en medio de su acción escenarios de discusión, aglomerando toda su actividad alrededor de la
exigencia de la renuncia del “rector” Ignacio Mantilla, que para todos es conocido fue impuesto por
el gobierno nacional, pues más de 5000 estudiantes en consulta virtual
eligieron a Leopoldo Munera como la persona más idónea para este cargo, sin
embargo la mayoría dentro del Consejo Superior Universitario hizo caso omiso de
esto.
El señor Ignacio Mantilla tiene mucho que ver en la
situación de la Universidad Nacional, pues durante más de dos periodos como
miembro delegado del consejo académico al Consejo Superior Universitario,
participo en la toma de decisiones del mismo, y por supuesto como olvidar que
fue el autor en sustancia de la reforma académica del 2008, que contribuyó a la
pérdida de calidad de estudiante a muchos miembros de la universidad.
La comunidad universitaria le debe a Mantilla el
escenario de ingobernabilidad decretado en marzo del 2012, mientras tanto
observamos cómo se nos viene el cielo(raso) al piso, como sucedió hace pocos
días en la facultad de derecho y ciencia política, como fue reahilitado tanto
el CAN como el “hospital” Santa Rosa, para que los estudiantes de la Facultad
de Artes reciban clase y la comunidad universitaria reciba los mínimos
servicios de salud, ya que el edificio de arquitectura paradójicamente no se
puede sostener y la Torre de Enfermería, gracias al apoyo que le brinda el
cambio climático al Vicerrector Diego Hernández, hace parte del al
internacionalización del campus pues es una réplica criolla de la Torre de Pisa.
En términos generales es de público conocimiento que
la universidad nacional requiere de un billón de pesos para readecuar y
garantizar la solución de la crisis de infraestructura que atraviesa, sin
embargo, el gasto que se destina para arreglos de fachada como esta explícito
en el informe de gestión del 2012 no es una prioridad frente al tema de
“seguridad”, o más bien de control, porque las cámaras no son garantía para que
no se pierdan las bicicletas, los portátiles, o válgame dios, un toro; en fin,
si recordamos que hace algunos años se aprobó, aun contra la voluntad del
estudiantado, la compra e implementación de 500 cámaras para la Sede Bogotá, y
que hoy por hoy es inevitable entrar a los baños y pensar quien estará tras el
espejo, quizás no un universo paralelo, tal vez la DIPOL, desde la central de
control más avanzada de Latinoamérica, o unos cuantos vigilantes planeando
cuando estará más alto el precio de la carne para sacar una o dos vaquitas,
porque al fin y al cabo quien va a decir algo.
La situación de la u es crítica y no es uno solo el culpable,
muchos han metido sus manos para que la universidad este como esta, sin
embargo, ya que algunos se han venido preguntando, por la capacidad del rector
para sacar la UN de la crisis, con sus actos nos ha mostrado que no lo va a
lograr, que esto depende de la comunidad universitaria. Por otro lado podemos
ir ajustando cuentas y exigir que el funcionario ilegitimo renuncie, pero sin
olvidar que lo fundamental, que el problema esencial de nuestra apreciada
universidad consiste en construir garantías para la autonomía y la democracia universitaria.
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